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Fray Juan de Padilla

Fundador de Zapotlán.

Nació nuestro biografiado en el año de 1492, en la Cordillera Bética, bordo meridional del gran macizo que forma la altiplanicie de Castilla, en donde está la Sierra Morena. Es parte de la España antigua que hoy se llama Andalucía; de allí tomó el camino de Sevilla para vestir el hábito de los frailes menores en el Convento de San Francisco de Asís. Al recibir el hábito se incorporó a la Provincia Franciscana de San Gabriel de la Nueva Extremadura en donde mereció la gracia de que los Superiores lo enviaran en una selección de frailes que se distinguían por sus virtudes y santidad, “a fundar en México una Provincia recoleta y reformada”, como lo mandaba el Ministro General Fr. Andrés de la Insula.

La segunda barcada de doce frailes franciscanos, salió de España, “a ocho o nueve meses de la primera barcada”, en el mes de agosto de 1524 y llegó a playas mexicanas en diciembre del mismo año encabezada por Fr. Diego de Almonte.

Una vez en México, el venerable Fr. Juan de Padilla fue destinado al convento de Tulancingo que fue de los primeros que se fundaron. Sin embargo, viendo Padilla que ya los naturales de esa región aceptaban la doctrina cristiana, solicitó a sus superiores su ferviente deseo de salir a la conquista espiritual de Michoacán, Jalisco y Colima, en donde era fama “que había chichimecas bárbaros”, permiso que le concedieron sin renunciar a la guardianía del Convento de Tulancingo.

Fray Juan de Padilla fue el primer apóstol de la Ley Evangélica en Colima, Jalisco y Nayarit, y en su paso por Michoacán bautizó al Caltzontzin, a sus parientes y caciques, y fundó el hospital de indios de Tarecuato, para después incorporarse a la conquista de Colima, al lado de don Francisco Cortés, fundando los conventos de Amacueca y Tenamaxcatitlán hacia el año de 1525.

Reincorporándose nuevamente a la ciudad de México, Juan de Padilla decide regresar a tierras occidentales, pero ahora al lado de Nuño Beltrán de Guzmán, el sanguinario conquistador y fundador de la Nueva Galicia, hacia el año de 1529, dando continuidad a su tarea fundacional de diversos conventos y hospitales de indios.

Decepcionado de las crueles hazañas del conquistador, Padilla regresa a la ciudad de México; sin embargo, su afable corazón lo incita a que se reintegre a su tarea espiritual, volviendo de esa manera hacia el año de 1532 para, un año después, fundar definitivamente la Convento de Zapotlán, que estableció como punto central para poder desplazarse por toda la región. Para ello, Fr. Juan de Padilla, solicitó la ayuda necesaria para la construcción del Templo Mayor y él mismo se dispuso a invertir una cantidad que recibió de S. Majestad, para comprar sus hábitos y atender otros menesteres.

La fama de santo favorecía a Fr. Juan de Padilla y los caciques de las más lejanas tierras lo admiraban y buscaban en Zapotlán para recibir de sus manos el bautismo.

En Zapotlán, además, estableció la primera escuela de música y fundó las representaciones de teatro edificante llamadas pastorelas, con la finalidad de facilitar el proceso de evangelización entre los naturales, quienes se mostraron sumamente sensibles al proceso plástico de estas muestras artísticas.

De Zapotlán, Juan de Padilla parte rumbo hacia el norte donde se enfrentó a duras penas y fatigas, correría que lo llevaría hasta el actual estado de Texas, en la unión americana, donde siguió su tarea evangelizadora. Por allá fue muerto el 13 de agosto de 1543. A partir de 1936, un monumento lo recuerda en Texas como el primer evangelizador en el actual territorio de los Estados Unidos.



(FIGUEROA Torres, J. Jesús: Fr. Juan de Padilla, fundador de Zapotlán y evangelizador de Colima, Cd. Guzmán, Jal., 1973).


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